miércoles, julio 30, 2008

Loa al proletario (Inicia la hecatombe)
Al regreso de mis tres semanas de vacaciones primeramente debo agradecer a quienes se dieron una vuelta por el blog para revisar los viejos posts que se habían perdido o releer los que les habían resultado divertidos; cuando menos así interpreto que el contador siguiera avanzando en estos días. Agradezco a la posmodernidad que entre sus características y tecnologías tuviera este espacio, que me ha permitido hacerme del hábto de escribir y publicar diariamente algo; claro, algunos dirán que hago trampa por programar posts y que varios han sido por demás insulsos, pero el esfuerzo en la redacción y en que aquellos sean concebidos igualmente se lleva a cabo y es algo que aprecio mucho. No sobra repetir que agradezco que se lean.
El caso es que en estos días -aún cuando las vacaciones han terminado- podría faltar a la cita con la publicación diaria, pues cada minuto que pasa atiza la ira de una agobiante horda que cernirá sobre mi persona innumerables solicitudes y preguntas las más de las veces impertinentes e insensatas, aunque, por ende -y muy afortunadamente- muchas veces altamente irrisorias.
Es triste la tarde antes del fin de las vacaciones... No hay un vacío, pero sí la sensación de que probablemente lo habrá. Seguro así se siente el día antes de nacer y muy probablemente el día antes de morir; lo mejor que uno puede hacer ya que se quebró esa barrera es averiguar la circunstancia en que uno se encuentra, si nació en el tercero, cuarto o quinto mundo, si debe aprender a hablar inglés o francés para vender souvenirs, si tiene ocasión de leer cosas buenas, si ha de cargar una piedra hasta la cima de una colina para que aquella caiga y sea preciso subirla de nuevo, si hay calaveras y diablitos esperando por atormentarlo a uno, si es irremediable volver a trabajar, si no lo ha corrido a uno, si le seguiran pagando lo mismo, si no habrá modo de que le paguen a uno pero sin hacer el trabajo... En fin, la diferencia fundamental entre volver de las vacaciones y nacer o morir es que en el primer caso ya conocemos de qué se va a tratar el periodo al que estamos por entrar; nadie que conozca sabe de cierto qué hay después de la muerte y si supieran cómo es la vida los fetos tal vez preferirían no nacer. ¿Cómo estoy tan seguro? Para empezar porque no se han constituido como personas, terminantemente, no tienen un carácter, no puede decirse que decidan nacer, nacen porque les es natural, como las bestias y las plantas; la mayoría de las personas luego de muchos años de haber nacido tampoco cuentan con un carácter, no puede decirse que tomen decisiones basados en razones, por lo general se guían por pulsiones y a lo más por la emotividad; no pretendo que aquellos sean elementos carentes de valor en la toma de una decisión, pero seguir aquellos en instancia primaria es decididamente limitado. En tanto que la vida implica muchos sinsabores postulo que si los hombres supieran a priori cómo será la suya, preferirían no nacer.
Una persona con carácter decide volver a enfrentar situaciones que le desagradan , ya sabe a qué se enfrentará , sabe que no será agradable, pero también sabe que tales acciones no son el fin de su existir sino un medio para tener una vida que pueda juzgar bella, de modo que vale la pena.
Alguien así, decidiría nacer siempre.

2 comentarios:

Námaste Heptákis dijo...

La persona con carácter que describes me suena muy parecida a Sísifo, pero en tiempos de la esperanza.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que si no tienes tiempo de pensar en que se va a publicar en el blog y tienes a todos esos agobiantes estudiantes atormentandote...podríamos regresar a las frases de la semana, que seguramente lloveran!!! jaaaaaajaja!!!