jueves, junio 26, 2008

Ubicando el arte dentro del hacer humano.


En la experiencia humana, muy probablemente desde que comenzó el hombre a tener conciencia, y decididamente desde que comenzó a tener Historia, puede hablarse de dos grandes conjuntos de fenómenos a los que estamos expuestos: Los fenómenos naturales y los fenómenos artificiales. En este caso, nos enfrentamos a una disyunción exclusiva, donde las cosas naturales decididamente son aquellas no artificiales, y donde son las artificiales aquellas producidas por algún tipo de ingenio humano. Los procesos de confección de los fenómenos artificiales pueden dividirse de muchas formas, implicando todas originariamente la manipulación de un evento natural. La agricultura –por ejemplo – es un proceso artificial ligado fuertemente al entendimiento de un proceso natural, a través de la historia la naturaleza ha sido modificada por quienes trabajan la tierra, produciendo flores más grandes o frutos más acordes a los apetitos o necesidades de quienes los consumen, es el caso del cempasúchil o las manzanas: Los vestigios de dichos vegetales indican que previamente no existían como los conocemos, que han sido modificados por el cultivo de la mano del hombre. Así sucede con las razas de los perros, y con muchas otras disciplinas que se encargan del cultivo de la naturaleza y su “antropomorfización”.
No son todas las actividades artificiales del hombre asunto tan visiblemente vinculado a la naturaleza. Hay productos del ingenio humano que declaran en su constitución un espíritu francamente humano y luego artificial. El automovilismo, la telecomunicación, la arquitectura, los diversos procesos y productos de los que el hombre se vale para modificar su entorno o desenvolverse en él tienen todos una evolución paralela al estudio de la naturaleza. Ningún hombre habría viajado al espacio sin una tradición aeronáutica que respaldara sus pasos a la luna, ningún mensaje de SMS llegaría a su destino –aunque a veces no lo hacen – sin una historia de avances en el conocimiento del comportamiento de las ondas electromagnéticas, microondas y demás artilugios que entre más intento describir más oscuros me resultan. La historia de la ciencia y el desarrollo de la técnica son procesos complementarios y simultáneos, la ciencia en este caso se trata del estudio de la naturaleza, y la técnica de los recursos o herramientas que el hombre desarrolla para modificar el entorno natural, o seguir desarrollando la ciencia; los procesos técnicos son perfectibles independientemente de la ciencia, sucede que a veces se tienen herramientas cuyos alcances se desconocen y a partir de las cuales se realizan nuevos hallazgos científicos, así como la ciencia teórica a veces se adelanta a las posibilidades que la técnica permite explorar.
Los procesos artificiales no obstante pueden dividirse también en dos grandes subconjuntos: Aquellos que son fin en sí, y aquellos que tienen su fin en algo más
Hemos descrito ya algunos de los segundos, son manifestaciones del ingenio humano aplicadas a un fin práctico, mejor transporte, mejor comida, mejor comunicación; claro, todos los “mejor” son desde un punto de vista del hombre que los diseña para su uso, y su uso es acorde a las necesidades que tiene o se ha creado históricamente y culturalmente.
En el otro conjunto de las cosas que hace el hombre, están las cosas que no sirven para nada, las que nada útil producen. Estrictamente es falso que nada produzcan, lo que sucede cuando un equívoco semejante a “quienes hacen poesía no hacen nada”, o “quienes hacen filosofía no hacen nada” es que no todas las almas son susceptibles de percibir la poesía, las artes o la filosofía. He de decir que a la lírica –por ejemplo- me resulta muy complicado acceder. Que no toda la gente reconozca como un hecho la existencia de la filosofía, o de la poesía, se debe no tanto a que pretendan negarlas como actos, sino que llegan a tal conclusión –si puede presumirse que ha habido algún proceso inferencial– debido a una ausencia de significación en su vida cognitiva. De nuevo, la danza japonesa y la música que observé representada en el festival cervantino por televisión -por ejemplo- no cuestiono que haya sucedido, tengo fe en la televisora, y reconocí un esfuerzo técnico bien logrado, pero sería falso decir que los artificios televisados los reconocí como hechos, pues nada significaron para mi, no los concebí ni discurrí algo en torno a la naturaleza propia de ellos: No los comprendí.
Hay cosas en torno a las que no podemos juzgar, pongo un ejemplo más ostensible: Me declaro incapaz de juzgar si un agua de betabel o un guacamole están bien hechos o no, ¿por qué?, porque el aguacate y el betabel me dan nausea, luego, no puedo pensarme habilitado para juzgar el mérito gastronómico que haya en los productos elaborados con dichos ingredientes. Existen pues límites en el juzgar, pero ellos no obstan para que el existir de estos haceres humanos sea pleno.
Las obras de arte son meros objetos si no hay una entidad que ponga en marcha la experiencia estética latente en ellas, así como las palabras no significan nada si nadie las lee. Es cierto, la obra de arte no existe si nadie la ve pero también es cierto que una obra plena es autónoma, posee un significado si está dotada de una estructura consistente y, con las herramientas exegéticas adecuadas, es asequible a todo espectador dispuesto.
Hay gran diversidad dentro de los artificios que están ahora en cuestión; algunos serán artes sólo en cuanto a la técnica, en tanto que otros serán ya no sólo miméticos, sino además figurativos, poéticos.
Y lo que es más, el principio de las tres mimesis aristotélicas se evidencia con gran fuerza en las obras que además de ser un esfuerzo poético en primer nivel, pueden serlo en un nivel metapoético, es decir, cuando hablan de otras obras, tal es el caso de Don Quijote enfrentándose al Quijote espurio de Avellaneda, quien en realidad era –según parece- el propio Cervantes haciendo gala de un juego de autorreferencia; Miguel de Unamuno, el personaje de la novela Niebla escrita por Miguel de Unamuno, quien permitió a su personaje Augusto Pérez entrevistarse con él como autor; Retrato del artista adolescente de James Joyce, novela semiautobiográfica donde se describen la problemática de los procesos artísticos; una lectura de Frankenstein de Mary Shelley habla del ingenio creador y la responsabilidad de las obras para con sus autores; Horacio en su Epístola a los pisones haciendo gala de los consejos que dirige a los destinatarios, escribiendo en lúcidos versos consejos poéticos.
Hay formas bellas de referirnos a las cosas que conocemos en el mundo, no entendiendo en este caso lo coloquialmente llamado "bonito", sino técnicamente esforzado y concebido estéticamente.
Mas no hago en este momento una definición, simplemente lo ubicaba como dice el título...

3 comentarios:

Námaste Heptákis dijo...

Veamos si entendí bien.
Dices que hay dos conjuntos de fenómenos: los naturales y los artificiales. Los naturales, según dices, se conocen por ciencia; los artificiales por técnica. Y sobre la relación entre éstas añades: "la historia de la ciencia y el desarrollo de la técnica son procesos complementarios y simultáneos". Ahora bien, más adelante informas que "los procesos artificiales no obstante pueden dividirse también en dos grandes subconjuntos: aquellos que son fin en sí, y aquellos que tienen su fin en algo más". Mi pregunta es: ¿de qué manera se ha complementado o ha sido simultánea la historia de la ciencia con el desarrollo de la poesía, las artes y la filosofía?

Gabrielle RG dijo...

-Dices que hay dos conjuntos de fenómenos: los naturales y los artificiales.


Los naturales, según dices, se conocen por ciencia; los artificiales por técnica.
No; los naturales los conocemos por la ciencia en tanto que los artificiales los construimos con la técnica, aunque las técnicas y los fenómenos artificiales también los conocemos como saber científico.

Cierto, tal vez debí escribir "en su desarrollo, los procesos científicos y técnicos pueden complementarse", de otro modo no creo que se declare pero sí se admite una lectura donde se encuentre alguna necesidad en tal interacción y no pretendo que haya tal.

Ahora, ¿de qué manera se ha complementado o ha sido simultánea la historia de la ciencia con el desarrollo de la poesía, las artes y la filosofía?
En las artes plásticas de muchas maneras, es más, sin tecnología no habría cine, que es un arte más; así también en la música y hasta la gastronomía. Pero aquellas son artes que traen un producto ostensible, algo que se observa físicamente.
En cuanto a la poesía (entenderé lírica/literatura) y la filosofía, tal vez no de manera necesaria ni directa aportan en la sustancia poética o filosófica, pero sí son (a) tema de estas y (b) medio de ellas.
En cuanto a (b)tan es así que tienes un blog sobre los himnos Homéricos, aunque ni los lápices ni la máquina de escribir ni el internet inciden directamente en la sustancia poética de tales himnos, encontraron foro en la red; en Filosofía, qué decir de las páginas "cualquierpensadordemoda en castellano" del célebre Horacio Potel. Ahora, en cuanto a tema (a), es patente por ejemplo en la idea de las sociedades del conocimiento de las que habla León Olivé, en y es tema de muchas manifestaciones literarias.
Pero en cuanto a la quididad (ja ja, qué modo de decirlo tan payaso), en cuanto a lo esencial o lo que hace a la filosofía o la poesía ser tales, estaría de acuerdo si dijeras que no hay tecnologías que catalizaran su "avance", auqnue sí técnicas para que sean bien logradas.
Regresando al paso anterior para evitar más ambigüedad, en ese sentido, lo artístico de la música, ni de la pintura ni de ningún arte que produzca algo ostensible se agota en la técnología, aunque sí encuentran sus posibilidades materiales expandidas.

Pecatus dijo...

Siento la tensión sexual al máximo.


"Bonito" blog Llin.